Según la Ley 11/2.010, de 17 de diciembre, de prevención del consumo de bebidas alcohólicas en menores de edad, se prohíbe la venta de alcohol a todo aquellos que no alcanzan los dieciocho años. Con esta nueva normativa, el gobierno pretende reducir, en la medida de lo posible, el acceso de jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y 17 años a este tipo de consumo, no solo por los efectos generados por la propia bebida sino también por todas las consecuencias asociadas que puedan surgir, entre ellas la muerte, un coma etílico o un accidente, entre otros riesgos.
Esta nueva norma surge después de prohibir la venta de tabaco, igualmente, a pesar de dicha restricción, parece ser que los menores no tienen ningún tipo de problema para seguir consumiendo, ¿qué sucede?
La respuesta es fácil, solo basta salir a la calle una noche de jolgorio para darse cuenta o sencillamente acudir a un establecimiento para observar lo que está ocurriendo.
Por una parte y, en primer lugar, la gran mayoría de los negocios con venta de alcohol no poseen el cartel que acredita la actual prohibición, pero este no es el único ni el más grave de los inconvenientes. En esta nueva etapa, los trabajadores de dichos establecimientos, se encuentran en la obligación de pedir el documento nacional de identidad (DNI) para verificar la edad y, así, poder vender o no el producto, el problema es que en la vida cotidiana esto no siempre se lleva a cabo dado que varias investigaciones relacionadas con este aspecto confirman que en más de la mitad de los locales (bares, discotecas, pubs, supermercados, 24h, etc) pasan por alto este requisito.
A todo ello, se suman las técnicas empleadas por los jóvenes ante la duda de si le van a pedir o no identificación alguna. En estos casos, para no arriesgarse, suelen pedirle a otra persona adulta que ella misma les pase la bebida o, simplemente, le piden el favor a un amigo mayor que conozcan. También, cabe destacar el empleo de identificaciones falsas para pasar estos controles.
Asimismo, todas estas ilegalidades e irresponsabilidades conllevan a severas consecuencias, pues en las últimas noticias relacionadas con esta problemática se han dado casos de denuncias (por parte de los padres de adolescentes que han sufrido comas etílicos) a los locales que le habían suministrado alcohol a sus hijos.
Sanciones, trabajos sociales, multas (en definitiva dinero) son las soluciones que se aportan contra estas irregularidades, sin embargo la realidad existente es aquella en la que los jóvenes parecen carecer de cualquier tipo de problema con el que al acceso de alcohol se refiere.
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