Podriamos decir, que las drogas son como una moneda de dos caras. Por un lado, la cara "buena" de la curiosidad, la diversión, la felicidad, los nuevos amigos, la fiesta, el descontrol, las nuevas experiencias... Por el lado opuesto, la cara mala, la de la adicción, las intoxicaciones, la destrucción poco a poco del organismo, el distanciamiento de los seres queridos, la soledad, la tristeza, la ansiedad, en muchas ocasiones la cárcel...
Podriamos decir, más bien, que las drogas son como un arma de doble filo. No tienen cara "buena", sino que las dos caras son horribles. Porque, la curiosidad se convierte en arrepentimiento, la diversión y la felicidad son momentáneas, los nuevos amigos son solo conocidos que comparten el mismo mal hábito, las nuevas experiencias se convierten en constantes tragedias, y el descontrol siempre acaba mal.
Sabemos que las drogas destruyen, que poco a poco acabarán con nosotros, con todo lo que nos rodea, que marchitarán a todos los que nos quieren, que con frecuencia conducen a la muerte. Pero a pesar de todo, hay quién se la juega, hay quién piensa: ¡A mí no me pasará!. En ese caso, para esa persona, la droga comenzará siendo una moneda con sus dos caras...¿pero cuanto tiempo tardará en convertirse en el arma de doble filo que la destruirá? Menos de lo que nunca podría imaginarse, incluso seguramente mucho menos de lo que piensan los que le quieren.
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