Cuando los
comportamientos violentos están asociados al consumo de drogas del agresor, en
la mayor parte de los casos la droga consumida es el alcohol. Aun así, la
cocaína y otros también son habituales. En la siguiente gráfica se muestran las
diferentes drogas con sus correspondientes probabilidades:
En diversos estudios,
constatan la existencia de la relación entre alcohol y violencia, pero no una
relación casual. De hecho, el abuso de alcohol no explica en su totalidad la
presencia de conductas violentas en los maltratadores. ¿Por qué, por ejemplo,
se golpea o humilla a la mujer bajo los efectos del alcohol y no se hace lo
mismo con el jefe o con un vecino? Lo que hace el alcohol es activar las
conductas violentas derivadas de unas actitudes hostiles previas; asimismo, la
ira, la agresión, los estados de ánimo negativos junto con el estrés
psicológico, pueden activar la avidez por el consumo de alcohol u otras drogas
y la recaída en quienes abusan de las drogas. En definitiva, aunque todavía se
deben realiza más investigaciones, hoy en día se conocen muchos datos sobre el
papel que desempeña el consumo de alcohol en la violencia.
La agresión bajo la
influencia directa del alcohol es muy variable y oscila entre el 40% y el 90%
de los casos. En estas circunstancias el alcohol, el peor cómplice de la
violencia, actúa como un desinhibidor que echa a pique el muro de contención de
los frenos morales en los que se ha socializado el agresor y tiene efectos
facilitadores de la violencia: pérdidas de memoria, accesos de ira, profunda
suspicacia, actos de crueldad, etc. La violencia de un hombre contra una mujer
es mucho más probable cuando el agresor ha consumido alcohol, y este porcentaje
es mucho mayor cuando el consumo ha sido excesivo. Asimismo, el consumo de
alcohol, si bien no causa la violencia dentro del ámbito de la pareja, puede
guardar relación con la frecuencia y gravedad de las lesiones de la víctima e
incrementar el riesgo de muerte.
Sin embargo, dentro del
contexto de la violencia no siempre va precedida de consumo de drogas. De
hecho, en el 52.6 % de los casos también ha habido violencia durante periodos
de abstinencia, y en el 32,1% se han dado episodios violentos con anterioridad
al inicio del consumo de drogas. Ahora bien, en caso de que haya consumo de drogas
es más probable que la gravedad de las agresiones sea mayor.
Muchos hombres que
maltratan gravemente (en algunos casos llegando a asesinar) a su pareja, abusan
del alcohol, otras drogas o ambos tipos de sustancias en un porcentaje
significativamente mayor al de los hombres que maltratan con menor gravedad. El
riesgo de homicidio está claramente vinculado al consumo de los agresores y no
al de las víctimas. También las personas que consumen alcohol son arrestadas
con más probabilidad por la violencia ejercida que aquellos agresores que no
consumen alcohol.
Finalmente, las
investigaciones que han estudiado la relación entre el consumo de drogas
ilícitas y la violencia no son del todo concluyentes, y se requieren más
investigaciones.
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