Nada más y nada menos que aprender química para convertir lo que es ilícito en algo válido y legal. No les estoy mintiendo, esto es una realidad: la nueva revolución en el mundo de las drogas trata de aprovechar los vacíos normativos para así fabricar nuevas sustancias. Son drogas obtenidas a partir de la reformulación de otras ya identificadas como nocivas por su alto contenido en componentes tóxicos.
La rapidez con la que son introducidas en el mercado es asombrosa, lo que hace casi imposible el total control de la mismas. Dichas sustancias imitan los efectos de aquellas drogas que casi todos conocemos y cuyo consumo y venta se encuentran penalizados por la ley.
Las cifras son alarmantes, entre 2010 y 2011 se localizaron solo en la Unión Europea hasta 90 tipos de estas "nuevas sustancias", mientras que en nuestro país, en el primer semestre del año pasado ya habían surgido tres clase como la yayo hard (similar a la ketamina y con efectos tales como la alteración de la realidad), la APBD (parecida a un alucinógeno) y la 4-metilanfetamina.
Otras de las sustancias pertenecientes a este nuevo grupo también es la mefedrona, con efectos estimulantes que asemejan a los de las anfetaminas o la cocaína, comercializándose en forma de polvo, sales de baño o incluso como fertilizantes para plantas. En el Reino Unido ya se produjeron varias muertes por su consumo.
La mayor parte de ellas se localizan gracias a los propios consumidores, a la policía o las organizaciones encargadas de analizarlas. Una vez detectadas, se analizan y posteriormente se pone en marcha la alerta a nivel Europeo para valorar su riesgo. Si se considera que supone algún tipo de peligro, se establece su ilegalidad hasta nueva orden mientras se evalúa de forma definitiva su composición.
Mientras tanto, el Plan Nacional Sobre Drogas, alertado por el incremento de estos nuevos estupefacientes, estudia la manera de poder llevar acabo un control más exhaustivo debido a la falta de información que poseemos acerca de las mismas y por la posibilidad de su peligro, dado que desconocemos sus efectos sobre el organismo.
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