Quizás te suene más otro nombre por el que son conocidos: "pastillas para dormir". Son psicofármacos depresores. Se presentan en forma de pastillas, píldoras, supositorios o en forma líquida. Se pueden administrar por vía oral, rectal o intravenosa.
Durante un tiempo, barbitúricos y opiáceos fueron las únicas sustancias disponibles para aliviar la ansiedad o la agitación de algunos pacientes psiquiátricos. Lo que hizo que su uso se generalizara. Sin embargo, actualmente están en desuso ya que existen otras sustancias con mayores beneficios terapéuticos. Pues el problema de éstos está en que al ser mínima la diferencia entre la dosis terapéutica y la tóxica, un breve exceso puede llevar a la muerte. De echo, los descubridores del barbital murieron por sobredosis de su propio descubrimiento.
Todos los barbitúricos son depresores del sistema nervioso central. A dosis bajas, producen sensaciones de tranquilidad que ayudan a conciliar el sueño. También pueden provocar un estado eufórico que se conoce como "borrachera barbitúrica" parecida a la que se produce con la ingesta de alcohol. Sin embargo, cantidades más elevadas reducen los reflejos y provocan adormecimiento, incluso estados cercanos al coma.
Por todo esto es imprescindible que la persona que tome barbitúricos respete la dosis prescrita, no se deben mezclar con otros medicamentos y, queda totalmente prohibido el consumo de estas sustancias en mujeres embarazadas.
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