El
consumo de drogas, tanto legales como ilegales, afectan a la salud de quien las
toma y constituye un problema de salud pública muy importante. Los efectos y
daños asociados a dicho consumo pueden variar y varían dependiendo de la
sustancia consumida, de las propiedades de las misma, de los elementos
adulteradores que llevan asociadas y de las variables personales como el grado
de conocimiento o experiencia por parte del consumidor, entre otros factores.
Así,
como consecuencia de ello, todos los sistemas orgánicos (circulatorio,
digestivo, nervioso, endocrino) y psicológicos se ven dañados provocando
enfermedades tales como trastornos
cardiovasculares y alimenticios, hepatitis, cirrosis , paranoia, psicosis,
fatiga, insomnio etc. Sin embargo, el consumo de estupefacientes no solo
conlleva la afectación de estos sistemas, sino que además de representar un problema
de salud físico y psíquico, supone dificultades en el ámbito económico,
legal, laboral y en las relaciones con la familia y otros allegados.
Cabe destacar que la acción más perjudicial de las drogas es la ejercida sobre el cerebro, ya que una vez incorporadas en nuestro organismo a través de las diferentes vías, llegan al torrente circulatorio atravesando la barrera hematoencefálica hasta el cerebro, lugar donde se encuentra el control de las funciones superiores del ser humano y alteran cuyo funcionamiento mediante los llamados neurotransmisores (sustancias bioquímicas naturales). Estas sustancias se liberan en las sinapsis, las cuales permiten la conexión de las neuronas a través de las que viajan las señales nerviosas. Pues bien, una vez liberados los neurotransmisores, actúan sobre la siguiente neurona en nos puntos específicos conocidos como receptores, lo que produce que la información se dirija de una neurona a otra. Por tanto, una vez que las drogas llegan al cerebro, modifican todo el funcionamiento cerebral alterando el proceso natural de intercomunicación neuronal y en la producción y recaptación de neurotransmisores. De esta manera es como dicha adicción altera nuestra percepción sensorial, la sensación de dolor o bienestar, los ritmos de sueño-vigilia etc.
Por otro lado, el consumo repetido puede generar según la droga: tolerancia y dependencia. La primera consiste en que a medida que el organismo se adapta a la presencia de la sustancia necesita una cantidad cada vez mayor para generar los mismo efectos y, la segunda se da cuando se requiere el consumo de la droga para sustituir el malestar que produce la ausencia de la misma.
Por
todo lo citado, el consumo de drogas supone un importante impacto para salud,
que trata de repararse por medio de diversos tratamientos, terapias etc. Sin
embargo, a veces, alguno de los daños son totalmente irreversibles y en muchas
ocasiones la consecuencia final es la muerte.
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