El
término alcoholismo se aplica al desajuste social que se presenta en las vidas
de los individuos adictos y de sus familias. Hay dos tipos fundamentales de
alcoholismo, el crónico y el agudo.
El
alcoholismo crónico, se produce por el consumo habitual de moderadas dosis de
alcohol. El alcohólico, presenta trastorno del carácter (desconfianza,
irritabilidad, y periodos depresivos). Todos los órganos resultan afectados,
sobre todo el sistema nervioso.
El
alcoholismo agudo, también conocido como embriaguez o ebriedad, es transitorio.
Consiste en una crisis pasajera que va desde la euforia, a la tristeza, pudiendo
llegar a la pérdida de la razón, y con marcha titubeante, mareos, náuseas o
vómitos.
Los alcohólicos se identifican por su gran dependencia o adicción hacia el
alcohol, y una forma acumulativa de conductas asociadas con la bebida. Se
pueden clasificar también en diferentes clases:
- El alcohólico diario: es aquel que necesita consumir todos los días una cantidad inferior a 3 litros de diversas bebidas alcohólicas.
- El alcohólico intermitente: es aquel que tiene la necesidad de ingerir alcohol solo cada cierto tiempo, pero que ha adquirido la dependencia.
- El alcohólico social: bebe con sus amigos, ya que para él, el alcohol es parte de su proceso de socialización, porque le aporta seguridad, valor o placer, pero no es esencial, y no tolera una embriaguez alteradora. Es una persona a la que le gusta ir siempre a los mismos lugares de bebida, y que presenta gran tolerancia al alcohol.
- El alcohólico de fin de semana: es muy corriente en la actualidad entre los jóvenes, ya que para muchos de ellos, su única meta cuando llega el viernes/sábado noche es emborracharse hasta el punto de casi perder el conocimiento. Es lo que se considera como beber por placer, sabiendo cuales van a ser las consecuencias de sus actos.
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